Pertinente resulta revisar la película más emblemática de Estudio Ghibli y de Hayao Miyazaki: El Viaje de Chihiro, en miras a dar luces al proceso político chileno encaminado, después de las elecciones del domingo, a una segunda vuelta ¿Cómo podría una cinta de animación ayudarnos a comprender un asunto tan complejo como nuestro devenir político? La palabra clave es crisis. La película de Miyazaki trata de una niña ingresando al periodo de adolescencia, el momento de transformación por excelencia. Recordemos que crisis es crecer, por eso toda transformación real viene aparejada de una crisis. En el caso de Chihiro lo primero es la negatividad, se encuentra en conflicto con el mundo dado, con la cultura de los padres, es una chica que empieza a desarrollar una conciencia propia, y por tanto cuestiona lo que antes aceptaba como parte de lo normal. Las actitudes groseras y consumistas de los padres, a ojos de la niña, hacen que sean percibidos por ella ya no como seres humanos, sino como cerdos. Esa negatividad es precisamente el centro de la trama, la que detona el viaje espiritual de Chihiro. Es claro que la chica se encuentra en un periodo de mudanza, no sólo por el cambio de ciudad como efectivamente sucede en la cinta, también es una mudanza espiritual, debe conciliar aquello que deja atrás con el devenir. El viaje de Chihiro es la lucha entre dos conciencias: la vieja y la nueva, una tiránica y otra liberadora, la constituida y la constituyente. Interesante resulta que el viaje en tren hacia esa nueva conciencia sólo tenga boletos de ida, la imposibilidad del retorno es espiritual, quien «vuelve» ya no es la misma. Es un no retorno del ser. En el desenlace, la prueba final de Yubaba, la niña debe identificar entre un grupo de cerdos cuáles son sus padres. Chihiro sin mirarlos responde que ninguno. Ha afirmado su nueva conciencia, su identidad, sus valores, y al hacerlo se ha reconciliado con su historia, ya no percibe a sus padres como cerdos, puede por tanto volver a cruzar el túnel.

El pudor, la denuncia en la mirada

Decir que las películas de Studio Ghibli profesan una filosofía concreta es quedarse corto. Primero, porque las enseñanzas que se pueden extraer de las cintas comúnmente son ramillete antes que unidad: dependen del factor intergeneracional en la audiencia y del conocimiento del contexto cultural del espectador. Y, en segundo lugar, porque la inspiración que pueden suscitar rara vez es a través de mensajes explícitos.

Una de las máximas de Miyazaki a la hora de dirigir sus películas es la que él define como el respeto a la audiencia. El autor no ha tenido reparo a la hora de ser crítico con películas como las de Disney por su tratamiento al espectador, al que transmite su adoctrinamiento mediante mensajes corporativos y mercadotécnicos que hoy prevalecen con más fuerza que nunca. En su lugar, él es cuidadoso de no menospreciar a su audiencia. Una de sus declaraciones al respecto es la siguiente:

El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, Japón,

Dirección: Hayao Miyakazi / Guion: Hayao Miyazaki/ Producción: Studio Ghibli / Fotografía: Atsushi Okui / Música: Joe Hisaishi / Montaje: Takeshi Seyama/ Diseño de producción: Norobu Yoshida / Reparto: Rumi Hiiragi, Miyu Irino, Mari Natsuki

Haku (Nigihayami Kohakunushi)

Haku es un Dios del Río, esto le permite convertirse en un dragón volador.

Pero ahora, es un esclavo de Yubaba porque su río se secó cuando los humanos construyeron en él y olvidó su nombre.

Los personajes fantásticos de esta cinta animada ofrecen interesantes reflexiones sobre la experiencia humana, los sentimientos y cómo se pueden superar los mayores temores. En esta entrada, Angélica Roxanna Barrera nos invita a recorrer el mágico mundo creado por el director japonés Hayao Miyazaki.

Hayao Miyazaki, director de la película «El viaje de Chihiro».

El viaje de Chihiro o La misteriosa desaparición de Sen y Chihiro es una película animada japonesa dirigida y escrita por Hayao Miyazaki, producida por Studio Ghibli y estrenada en el 2001. Este largometraje fue ganador de: un Óscar a mejor película de animación, un Oso de oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín en el 2002 y fue enlistado por el British Film Institute en el top 10 de las 50 películas que deberías ver a los 14 años.

Por wf6yh

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