Es posible que no haya hecho falta una pandemia para hacernos acordar que esta fantasía de amigos imaginarios se inventó por y para algo, pero esta novedosa situación dió a todos estos individuos una dimensión aún mayor, mucho más profunda y deseable. Presencias reconfortantes para instantes incómodos. En los últimos meses, ¿quién no ha amado tener a un Hobbes (de Calvin y Hobbes) como compañero de piso, a un Doraemon como gato alborotador y, más que nada, a un Totoro, cuya sola presencia convertiría la vida en un festival de luz y color? Que Totoro sea el símbolo de Studio Ghibli no llama la atención. Encarna con perfección el espíritu del estudio de animación japonés. Una criatura felizmente gorda que, sin precisar artificios antropomórficos, logra ser exultante en la expresión y, más que nada, capturar la dificultad sensible que aún habita en las producciones de Hayao Miyazaki, cofundador del estudio.

En las películas de Ghibli, el guiño al adulto reluce por su sepa. No hay terrones de azúcar puestos estratégicamente a fin de que los jubilados procuren su cooperación. El sendero no está sembrado de recompensas por haber comprendido el chiste complejo del padre tolerante que debe ver mil ocasiones exactamente la misma película. Nada de eso. Miyazaki no requiere estos trucos por una fácil razón: no infantiliza ni suaviza el planeta que recrea. La verdad que se muestra no es blanda y no hay escenarios estancos de entendimiento: uno para pequeños, otro para mayores y otro para mayores alfabetizados. La vieja y horrible división entre alta y baja cultura se ha movido a segmentos según la edad. En Studio Ghibli, semejan muy siendo conscientes de que el cosmos es uno y que jóvenes y viejos lo habitan. Y en este cosmos hay fantasía, amor, amistad y naturaleza, pero asimismo mal, muerte, sangre, guerras y novelas erradas. Muchas de las historias de Ghibli son aventuras iniciáticas con todo cuanto acarrean los inicios: los temores, las inseguridades, la emoción del primer viaje o el cruce de determinados umbrales. El secreto de lo irreconocible. Que en el final se transforma en vida. Y para eso requerimos construcciones narrativas que eviten la simplificación y individuos cuyos arcos sentimentales estén lejos de ser maniqueos. El resultado es un festín de experiencias, colores y símbolos que, si bien en ocasiones muy distantes, consiguen una impactante transversalidad.

Tatsuo

Es hora de enseñar al jefe de la familia Kusakabe. Tatsuo es un instructor universitario que, para estar mucho más cerca de su mujer enferma, traslada a la familia al campo. Solo con este aspecto tenemos la posibilidad de inferir que hace calor. Pero va a haber que aguardar para poder ver las preciosas situaciones donde Tatsuo protege a sus hijas. ¡Las asambleas familiares con los Kusakabe son fáciles pero repletas de alegría!

Tatsuo asimismo gana puntos criando a sus hijas y excitándose con su actitud. En el momento en que Mei le comunica que una bestia enorme llamada Totoro vive en el bosque, él solo responde que podría ser un espíritu guardián. Vea de qué manera no desprecia los comentarios de sus hijas. Por ser un aplomo caluroso y positivo en sepa de su mujer, merece un espacio en nuestro Top Ten.

PUNTUACIÓN: 8/diez

Directivo: Hayao Miyazaki.

Producción: Studio Ghibli.

Entradas y horarios

En temporada alta, es conveniente obtener las entradas con cierta antelación en entre las máquinas Loppi de las tiendas de conveniencia Lawson o on-line en su página web.

Para esto vas a deber proseguir una sucesión de pasos: introduce el código del acontecimiento (lo hallas en la página web que enlazamos y cambia cada mes), el día y la hora que desees, y un número de teléfono (use los datos del hotel si no posee un teléfono japonés).

Mei

Mei Kusakabe es la hermana pequeña de 4 años de edad de Satsuki en Mi vecino Totoro y la hija de Tatsuo Kusakabe y Yasuko Kusakabe. Ella es impresionantemente animada y activa, y increíblemente curiosa. Mei Kusakabe, hermana de Satsuki Kusakabe y también hija de Tatsuo Kusakabe y Yasuko Kusakabe, nació en Tokyo en el mes de mayo de 1953.

Es la primera vista en el momento en que se sube dentro de la camioneta. con su hermana, Satsuki, y su padre, Tatsuo Kusakabe, y come los dulces y pasa el arroz por el pueblo. Está con Totoro y lo realiza al caer por un orificio en la raíz de un árbol tras continuar con entusiasmo a ciertos totoros mucho más pequeños.

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